Quién le iba a decir que el mundo daba tantas vueltas y eso que él no había hecho nada para merecerlo. Él había hecho todo lo que había podido,pero era algo que se le escapaba. No sabía si era culpa del equipo, o del entrenador o del cambio de pabellón en el último momento, o bien podía ser que los otros eran simplemente muy superiores. Ahora un gol por aquí, ahora desde el extremo, no sólo contraataques, sino también en ataque estático. Aquello fue un fusilamiento constante. Ni fintas de lanzamiento ni de pasada,simplemente penetración y gol, a veces aguantando el salto y a veces en apoyo. El resultado fue de 57 goles encajados, aunque todavía pudo parar alguna. La posición de portero en estos casos puede llegar a ser muy desesperante, sin embargo nadie te recriminará nada; es una de las ventajas de defender la meta. Así fue como un portero vivió una de sus más recientes actuaciones.
Fueron muchos goles encajados, aunque nosotros también hicimos alguno. Concretamente 17. Una diferencia de 40 goles abajo es comprensible si el partido es entre un equipo de caracoles cojos en inferioridad numérica contra la selección de los mejores jugadores de los mejores países. No es que sean más grandes, es que ni siquiera se puede intentar competir en ningún aspecto del juego. Además ellos sienten la necesidad de hacer más y más goles, sino se cortocircuitan y explotan, ya que parecen máquinas de jugar a balonmano. Pero no hay que olvidar que al fin y al cabo no dejamos de ser un equipo de escuela: un día te proclamas bicampeón de Barcelona y el otro encajamos casi 60 goles como soles, como tiros de una metralleta con precisión de francotirador; sin nada que poder hacer al respeto.
Son diferentes vueltas que puede llegar a dar la vida del deportista aficionado que intenta jugar a un nivel que no es el que le pertocaría dando la cara sin importar los golpes que le espetan y saliendo cada día con la cara más alta y con ganas de más leña, sin ni siquiera amagar un semi K.O, aguantado todas las embestidas, solo con un ligero desequilibrio que en seguida desaparece
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